Faro en llamas

Tu voz, ese saxo triste que oposita a funcionario de mis oídos anegados de palabras y barro. Renquea tu voz, como las gaviotas viejas y los cormoranes hambrientos encima de los barcos de regreso. ¿Cuándo me libraré de tu voz que no me habla? Como los corazones, de regreso, con las redes deshechas por las cuchillas del fondo del océano, tan suave y tan hermoso. El faro donde me escondo de tu voz, arde inexplicablemente en llamas en medio de las olas frías que rompen. Me quedo aquí, me gusta sentir este fuego y este frío, juntos, extraños pero juntos. ¿Qué dices, que moriré? Sin duda. Tú también, algún día. El tiempo es un capital que quiebra, como el dinero, como los besos y las caricias y los "tequieros".

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