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Mostrando entradas de 2008

Bueyes y cohetes

Emerson trabajó duro aquellos meses, más duro de lo que él había imaginado. Es difícil cambiar tu trabajo como mecánico de naves espaciales en la NASA por la vida de arriero de bueyes en una granja de Kentucky. Es casi como cambiarte de sexo, o casarte con tu hermana ex-monja. Pero Emerson es un tipo tenaz, y él lo hizo. Las primeras semanas apenas dormía; lo encontrábamos despierto antes del alba, montando guardia en la puerta del establo, observando las estrellas. Después fue asumiendo lo más arduo, que no es otra cosa que la lentitud. La lentitud de los bueyes hace que hasta la más pequeña célula de tu cuerpo piense como los bueyes. Al principio, a Emerson le pasaba factura la incercia de los cohetes, la resaca de la velocidad. Desde el segundo mes, comenzó a integrarse en el ritmo de la granja y le vimos comiendo maíz muchas veces. Y parecía que todo estaba ya en su sitio cuando, un mal día, de repente desapareció sin dejar rastro. No sabemos nada de él; tampoco tenemos señas ni d

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos: el año pasado vuestro paquete no llegó. Anduve preguntando por todas partes: se ve que hubo un enorme colapso con el servicio nacional de correos debido a una grave crisis económica provocada por la especulación. Esto desencadenó una huelga general. Varios camiones postales fueron incendiados y se perdió la mercancía. Por más que indagué, solamente conseguí averiguar que quebraron tres grandes bancos y un centenar de empresas, entre ellas varias subcontratas de mensajería. Una de éstas, estamos seguros, transportaba vuestros paquetes. Hay miles de niños afectados. Os escribo en mi nombre y en el de todos ellos para transmitiros tranquilidad y confianza: garantizamos que este año estará todo en orden. Los niños hemos crecido a conciencia y estamos preparados: ocuparemos posiciones estratégicas para vigilar la fluidez del transporte en las carreteras principales y en los puntos logísticos clave. Podéis enviar los paquetes con toda seguridad. Esperamos que entendáis

Al año justo

Mientras friegan los platos juntos, los escucho acordar cómo y cuándo se morirán. Parece que les da una tranquilidad sonriente esa ilusión de elegir la muerte. No bromean: están de acuerdo en que primero morirá doña Agripina, que ahora tiene 73 años y hace las mejores albóndigas del mundo. Ella contraerá una enfermedad grave, suponen, y entonces don Samuel la cuidará noche y día, hasta el último suspiro. Don Samuel pasa los 74 años y es un as del dominó: pero después del entierro, asegura que abandonará su partida en el club y caerá en una tristeza terrible. Dice que morirá acostado en su cama, el día del primer aniversario del fallecimiento de su esposa, al año justo. Dicho esto, don Samuel sonríe satisfecho, y besa a su mujer en la mejilla. Ella también sonríe, pero no esconde su preocupación: ¿Cómo se las apañará solo un año entero? Doña Agripina resuelve que le dejará albóndigas congeladas para una temporada. Así se morirá más tranquila.

Cientos de botellas

He despertado helada de frío y en alerta. Me incorporo a medias y lanzo una mirada frugal entre los visillos: amanece, el cielo se retuerce plomizo e inquieto. Estaba soñando con una playa salpicada de cientos de botellas, cada una con un mensaje en su interior. Había unos pescadores también, que bogaban desesperados contra la corriente rabiosa. Eran seis. Sin calzarme siquiera, en camisón, salgo aprisa de la cabaña. Tan sólo reparo en la bruma, y la aparto con un aspaviento. Camino sobre la arena hasta llegar a la línea de espuma. Oteo mi playa y la línea del horizonte sin éxito: no hay pescadores ni frascos a la vista. Únicamente llama mi atención un halo celeste que envuelve todo hoy. ¿Desde cuando está ahí? Lo sigo con la mirada un buen rato, hasta donde alcanzo, hasta donde alcanza mi mundo... Entonces noto cómo atravieso una delgada película de luz y caigo en la cuenta: mi mundo, mi vida entera está dentro de una gigantesca botella de cristal azul, que flota en el universo. Y, po

Carta para Beatrice (IV)

diciembre, 2005 querida Beatrice: cuando guardé estas letras bajo la tapa de mi portátil se deslizaba por el calendario un mes llamado septiembre lleno de cumpleaños. No tengo ni idea de por qué escribí esta carta con el ordenador: es la primera vez que hago algo semejante. Ahora ha comenzado diciembre y no hace frío. Lloro mucho menos por dentro y por fuera, así que algunas de mis estatuas de sal se mantienen en pie a pesar del fuerte cierzo. cambié de trabajo, decidí jugar todas las cartas porque con aquella mano de cuatros y seises no había quien ganara una sola partida. Me preocupan las cartas, siempre hay tramposos, y carteros que no son tu madre... Paradójicamente, el invierno es la temporada en que menos temo por las flores de mi jardín: debe ser porque tengo el invierno como el pie, cambiado con mi antípoda. Eso tiene sentido. (...)

El verbo xxxxx

Cazadores. Veo cazadores; es de noche aún. Beben café, licor y fuman sus cigarros en la fonda. La mayoría de ellos lucen bigotes. Y visten de verde. "Qué contradicción", pienso en silencio, "el verde esperanza también es el verde camuflaje". Más allá, desayuna la benemérita, también de verde, también ataviada con sus armas. Armas que xxxxx. Xxxxx. Verbo xxxxx. Escucho la conversación de los cazadores, y me topo con ese verbo, xxxxx. Reconozco que convergen factores que me alteran: tengo sueño, llevo horas al volante, y me cautiva toda esa nebulosa de vasos de cristal y superficies metálicas de las cantinas con aire warholiano; y luego está el frío, claro. Pero esto es real: acabo de descubrirlo, que yo no soy capaz de conjugarlo, de conjugar el verbo xxxxx, de viva voz. Me supera, me hiere: me avergënza. Y mucho menos si se trata de la primera persona del singular: yo xxxx. Es inviable, ahora lo sé, y estoy tranquilo. Me siento raro y orgulloso. Reflexiono, y conclu

Carta para Beatrice (III)

octubre, 2005 querida Beatrice: imagina un momento después de la muerte en que todavía puedes agarrar las cosas con las manos, distinguir los olores, mirar tu cuerpo con tus ojos aunque estén cerrados, sentir el calor de una estufa a pesar de que el cuerpo que abandonaste esté ya frío. Imagina ese momento desconocido, confuso. Imagina que ese momento aún permite la escritura. Es un secreto. (...)

Carta para Beatrice (II)

septiembre, 2005 querida Beatrice: te estoy escribiendo una carta que te debo desde hace más de nueve años. Por fin he sido capaz de empezarla sin que las palabras miren atrás y queden convertidas en estatuas de sal que se desmoronan con las primeras gotas de lluvia de mis ojos. Esta carta es un secreto entre tú y yo. Aunque a veces creo que es un secreto entre yo y yo mismo, nada más… como casi todos mis secretos. cuando estás vivo no prestas atención a cuestiones tan evidentes como que cuando mueras ya no existirá la escritura. Te estoy escribiendo una carta de las dos que te debo. Hace días noté cómo cambiaba la vibración de la vida a mi alrededor; agradezco al cielo que haya llegado septiembre con su octava vuelta. Antes quería suicidarme y no podía. Ahora sí, ahora soy capaz de cualquier cosa. Ahora que ya no quiero. (...)

Carta para Beatrice (I)

septiembre, 2005 querida Beatrice: mi memoria es un jardín lleno de hermosas y extrañas flores. Ni un solo día transcurre sin que yo las riegue, las mime y les dedique al menos un pensamiento feliz. Para mí, es la única forma de evitar que se marchiten. Aún de este modo, sé que algunas habrán muerto antes que yo. No quiero que tú seas una de ellas. Tengo la sensación de que la mayoría de esas bellas flores ni siquiera sospechan que mi corazón las está mirando... podría decir que amo en secreto a la práctica totalidad de aquellos a quienes amo. Porque no saben que los amo. Los amo a hurtadillas, desde cientos de kilómetros de distancia; desde años y años de distancia. No lo podrían ni barruntar. O sí, qué sé yo. (...)

Volví a esperar

Cada música tiene sus momentos... Tal vez coincidas con ésta. Enjoy. El aire en que no estás , Pedro Guerra. Álbum "Ofrenda", 2001.

Boca dulce pálido

Yiska ha dejado caer su velo y sus labios húmedos lo han inundado todo como el sabor de un dátil. Ha sonreído. Huele a sándalo, a almíbar, a tierra. Jessica está asustada: la explosión ha abierto un boquete a boca jarro en la pared de la caja fuerte de su corazón, que palpita desbocado. Yisyah, en cambio, levanta la barbilla entornando su mirada altiva de almendra; ella nunca aceptará un dios que no sea hembra, ni siquiera aunque pudiese acariciarlo y le resultara… sexy. Lo sé porque las conozco bien a las tres: lo sé porque yo soy las tres. (Homenaje a la naturalidad sexual) bocadulcepalido

Pasión por el viento

Sin palabras... Es precioso en alta definición y a pantalla completa. Passion for the Wind on Vimeo .

Fue proclamado rey

Comenzaron a llegar barcos vacíos a la ensenada. Navegaban a la deriva, pero era evidente que una mano invisible y poderosa -Neptuno con toda probabilidad- los empujaba con tiento entre las escolleras, salvando los espigones, mansamente... Todos los habitantes de la aldea, asustados y curiosos a un tiempo, aguardaban en el varadero pertrechos con un arsenal de horcas, guadañas y cuchillos de matanza. Reinaba un silencio absoluto, una parálisis del aire más bien, que permitía escuchar los quejidos del cuerpo de madera de las viejas naves que avanzaban con lentitud hasta topar con el muelle. Y entonces un niño delgadito trepó de un salto por una maroma que caía desde la borda del buque más arrimado a tierra. Las gargantas de todos quisieron gritar alarmas, pero el miedo a despertar al monstruo impidió que saliera ninguna palabra de ellas. El niño -divertido y desenfadado- llegó hasta la cubierta y desapareció de la vista de los adultos. Al punto asomó de nuevo jugando con una hermosa cor

La vida de las mariposas

Fue de pronto. Para ella lo fue. En cuestión de un pestañeo -ella asegura que fue sólo uno- el bancal de las zanahorias estuvo cubierto por una nube de mariposas blancas. Terminaba junio, y las zanahorias estaban ya crecidas; era un día soleado, los robles tamizaban la luz dejándola posarse con suavidad entre claros y sombras. Para ella fue de pronto: quedó inmóvil, dulcemente raptada por el hilo de pensamientos con que aquellos seres brillantes tejían una ilusión de estrellas sobre el huerto. Sus mejillas se sonrojaron, y su corazón se aceleró como cuando ama. Buscó un recoveco y se escondió en su mente. Recordó que las mariposas adultas viven sólo un día. Recordó que seguramente llevarían un año entero dentro su capullo de seda preparándose para vivir el único día de su vida... En ese punto, sintió un vértigo, notó la fuerza de la gravedad y el mismo silencio que vive bajo el agua de las piscinas. Ella juraría que, en ese instante, las mariposas dejaron de aletear por un segundo. Per

Insomnio

Entiendo que las olas me persigan, pero no a los pájaros cuando cantan solos. Me muevo con la luna. No soy ningún barco. Entiendo algunas nubes, pero otras no. Entiendo algunas canciones, sólo algunas. Sospecho de las sirenas, siempre. Permanecen inmóviles las tortugas, y pronto nos olvidamos de ellas. Me hipnotizan los ojos de los elefantes, y también la piel de los delfines. Lloro de impotencia contemplando la acuarela deslizarse por el papel. Entiendo los ríos, me dan miedo las montañas de noche. Creo en los ángeles más que en mis vecinos. Y en las palabras he descubierto un valle invisible. Tolero tantas ondas extrañas que la boca se me llena de arena, a menudo. Quiero estar limpio cuando lluevan las piedras, cuando se calle la poesía. Cierro los ojos, y veo millones de llaves. Comprendo los relojes, pero no el tiempo. ¿Cuánto tiempo? La alegría de la cosecha abre las heridas de la tierra, la memoria de las raíces. Entiendo que las olas me persigan: no soy ningún barco, pero yo tam

De un hueco

De un hueco entre las cañas emergió el explorador, maltrecho, solo, caminante casi muerto y fantasma de sí mismo, su cuerpo cubierto de heridas: abiertas unas como sus lacrimales, duras otras como los músculos supervivientes de sus piernas fuertes. De un hueco entre sus ojos se elevó un pensamiento que se transformó en ángel y voló rozando las nubes hasta que se desprendió sobre él una lluvia fina de colores olvidados. De un hueco entre sus pertenencias sacó una fotografía de su corazón, guardada allí siempre, en el fondo del saco, protegida de los dragones de siete cabezas y de los demonios, y sopló sobre ella hasta que se convirtió en un millar de letras livianas. Las letras revolotearon hasta componer en el aire su historia dolorosa y esperanzadora. De un hueco entre las montañas abruptas enfrente, surgió un unicornio bellísimo que humilló la cerviz en una invitación inequívoca. El explorador, comprendiendo, dejó el saco y los zapatos, y se resistió comenzando a caminar delante del

Ahora ya ves

He dejado de hablar con las paredes / de repetir tu nombre / he dejado de perderme en los bares / de buscarte en la noche / de rendirme al amanecer / he dejado de pensar si algún día / tal vez si tú quisieras, tal vez / volveríamos a ser lo que fuimos, / lo que un día quisimos, / lo que nunca tuvimos Y ahora ya ves, / ya sé cómo seguir adelante / ya sé cómo seguir aunque tú no estés, / no ha sido fácil, pero ya sé / Ahora ves / aunque cada mañana me cueste / aunque a veces me equivoque y te nombre / fue sin querer, aprenderé He dejado de burlarme del tiempo / de reírme del amor / he dejado a un lado mis hazañas / ahora cuido las palabras / lo que hago y lo siento / he dejado de esperar eternamente / tal vez lo que ha pasado sea para mejor / he dejado de llorar por las esquinas / y ahora espero que la vida / me traiga otro tiempo de amor Y ahora ya ves... Lo canta Olga Román . Yo no sé decirlo mejor...

Para los que aman

A veces sueño y no recuerdo lo que sueño. Te veo y te reconozco pero no sé lo que ya sabía. Miro las olas en la orilla y necesito sumergirme, aunque ignoro mis escamas. Contemplo la belleza de un movimiento, de un gesto, de tu pelo negro oscuro brillante y noto en ebullición lo más secreto de mí. Qué importa por qué, no pienso perder el tiempo buscándolo cuando puedo disfrutar del regalo divino de un campo verde, de mis pies hundidos hasta los tobillos en la arena fina, de la fuerza y la pasión de ese perro noble, vivo, extraordinario! corriendo tras de mí... Gracias, belleza. Este pellizco de verdad está dedicado a l@s que aman. Ell@s saben por qué. This is: Dodger Slow Motion Running from D__E on Vimeo. Thanks for the video! Recomendable verlo en HD, es poderoso...

La próxima vez

Me lo tengo dicho, caramba: ahora es tarde, ya me enamoré de ti. Por experiencia sé que sólo puedo evitar enamorarme de tanta belleza desde el destierro, desde la lejanía. Te he hecho el amor cada tarde durante meses... Tres largos meses me he dejado mecer horas en tu regazo lánguido cada puesta de sol. A lo largo de toda la primavera he mirado, con embelesamiento, cómo se iba derritiendo la nieve aún fría en tus cumbres, hasta quedar sólo tu piel desnuda, dorada por la luz lenta de principios de verano. Te he hecho el amor una estación entera, en cada recoveco, bajo las sombras de los jardines, al fresco de algún patio escondido y en el pilón de tu fuente, enamorada como yo de las curvas de tus calles. He recorrido tus encantos, te he fotografiado desnuda al amanecer, de noche con la luna, al atardecer en la alcoba... Me lo tengo dicho, caramba. Porque, como siempre, he de seguir camino y dejarte, amor, atrás, de nuevo... Y aún no me he ido y ya me duele la herida de la distancia, la

Y cinco, diez

Me debato entre los cuchillos que cortan el papel y el calor que a duras penas los ventiladores pueden mitigar. ¿Se terminarán las libretas, los cuadernos, los blocs, los billetes... un día cercano? Seguro que el papel de los cigarrillos que se queman a diario en el mundo es espacio más que suficiente para escribir los sueños de una humanidad entera. Se parecen tanto unos a otros. Propongo desarmar los pitillos, hacer una cama mullida con las hebras y usar los papeles para escribir dentro de ellos un poema, un pensamiento, una metáfora en cada uno... Y yo qué sé por qué. Qué más da, si luego todo es espacio entre un átomo y el siguiente. Cinco y cinco son diez meses. Cuando todo el papel esté vendido, entonces, sólo entonces sucederá. Y tú lo sabes, deja de preguntar.

Cinco meses

Pasaron cinco largos meses, sin caza, sin pesca, el río helado, las montañas en silencio, las plantas dormidas. En las entrañas de la tierra habitaba el fuego, eso es seguro, pensaste con una mueca, un atisbo de sonrisa burlona pero desesperada. Y dejaste caer los brazos, uno a cada lado, sin más; yo hice lo mismo, esta vez. Y nos miramos sin poder echarle la culpa a nadie. "¿Qué nos une tanto, el hambre o el amor?", me preguntaste ahora en jarras. La verdad, no supé que decir, pero pensé que el hambre, y luego que el amor, y después que no tengo pistas, detective, sigamos caminando... Caminemos, ya tomaremos una decisión cuando hallemos el primer bocado. Prometo mirarte cada día, todos los días.