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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Cientos de botellas

He despertado helada de frío y en alerta. Me incorporo a medias y lanzo una mirada frugal entre los visillos: amanece, el cielo se retuerce plomizo e inquieto. Estaba soñando con una playa salpicada de cientos de botellas, cada una con un mensaje en su interior. Había unos pescadores también, que bogaban desesperados contra la corriente rabiosa. Eran seis. Sin calzarme siquiera, en camisón, salgo aprisa de la cabaña. Tan sólo reparo en la bruma, y la aparto con un aspaviento. Camino sobre la arena hasta llegar a la línea de espuma. Oteo mi playa y la línea del horizonte sin éxito: no hay pescadores ni frascos a la vista. Únicamente llama mi atención un halo celeste que envuelve todo hoy. ¿Desde cuando está ahí? Lo sigo con la mirada un buen rato, hasta donde alcanzo, hasta donde alcanza mi mundo... Entonces noto cómo atravieso una delgada película de luz y caigo en la cuenta: mi mundo, mi vida entera está dentro de una gigantesca botella de cristal azul, que flota en el universo. Y, po

Carta para Beatrice (IV)

diciembre, 2005 querida Beatrice: cuando guardé estas letras bajo la tapa de mi portátil se deslizaba por el calendario un mes llamado septiembre lleno de cumpleaños. No tengo ni idea de por qué escribí esta carta con el ordenador: es la primera vez que hago algo semejante. Ahora ha comenzado diciembre y no hace frío. Lloro mucho menos por dentro y por fuera, así que algunas de mis estatuas de sal se mantienen en pie a pesar del fuerte cierzo. cambié de trabajo, decidí jugar todas las cartas porque con aquella mano de cuatros y seises no había quien ganara una sola partida. Me preocupan las cartas, siempre hay tramposos, y carteros que no son tu madre... Paradójicamente, el invierno es la temporada en que menos temo por las flores de mi jardín: debe ser porque tengo el invierno como el pie, cambiado con mi antípoda. Eso tiene sentido. (...)

El verbo xxxxx

Cazadores. Veo cazadores; es de noche aún. Beben café, licor y fuman sus cigarros en la fonda. La mayoría de ellos lucen bigotes. Y visten de verde. "Qué contradicción", pienso en silencio, "el verde esperanza también es el verde camuflaje". Más allá, desayuna la benemérita, también de verde, también ataviada con sus armas. Armas que xxxxx. Xxxxx. Verbo xxxxx. Escucho la conversación de los cazadores, y me topo con ese verbo, xxxxx. Reconozco que convergen factores que me alteran: tengo sueño, llevo horas al volante, y me cautiva toda esa nebulosa de vasos de cristal y superficies metálicas de las cantinas con aire warholiano; y luego está el frío, claro. Pero esto es real: acabo de descubrirlo, que yo no soy capaz de conjugarlo, de conjugar el verbo xxxxx, de viva voz. Me supera, me hiere: me avergënza. Y mucho menos si se trata de la primera persona del singular: yo xxxx. Es inviable, ahora lo sé, y estoy tranquilo. Me siento raro y orgulloso. Reflexiono, y conclu

Carta para Beatrice (III)

octubre, 2005 querida Beatrice: imagina un momento después de la muerte en que todavía puedes agarrar las cosas con las manos, distinguir los olores, mirar tu cuerpo con tus ojos aunque estén cerrados, sentir el calor de una estufa a pesar de que el cuerpo que abandonaste esté ya frío. Imagina ese momento desconocido, confuso. Imagina que ese momento aún permite la escritura. Es un secreto. (...)

Carta para Beatrice (II)

septiembre, 2005 querida Beatrice: te estoy escribiendo una carta que te debo desde hace más de nueve años. Por fin he sido capaz de empezarla sin que las palabras miren atrás y queden convertidas en estatuas de sal que se desmoronan con las primeras gotas de lluvia de mis ojos. Esta carta es un secreto entre tú y yo. Aunque a veces creo que es un secreto entre yo y yo mismo, nada más… como casi todos mis secretos. cuando estás vivo no prestas atención a cuestiones tan evidentes como que cuando mueras ya no existirá la escritura. Te estoy escribiendo una carta de las dos que te debo. Hace días noté cómo cambiaba la vibración de la vida a mi alrededor; agradezco al cielo que haya llegado septiembre con su octava vuelta. Antes quería suicidarme y no podía. Ahora sí, ahora soy capaz de cualquier cosa. Ahora que ya no quiero. (...)