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Mostrando entradas de junio, 2007

Que tengas un buen día, el mejor!

Sirena varada

Echas las cuentas de querer, sirena, y los números te salen temblones y asustados, rojos de vergüenza. La mosca tsé-tsé te ha picado en la comisura de los labios. ¿Por qué habrán caído tantas hojas este otoño en esa fuente de la Taconera, si ahí siguen los mismos árboles de cada año? Caminas borracha manteniendo el equilibrio de puntillas sobre las piedras que delimitan tu jardín de tulipanes. Me fijo en tus rodillas y en la forma del pliegue de tus codos. De vez en cuando, pones pie a tierra donde menos lo imaginaban tus cejas, pero no siempre está mi mano sosteniendo la tuya. ¿Por qué? Los pájaros son obstinados, no se callan nunca. Una luz hermosa calienta tu sangre marina desde algún rincón escondido de coral. Esta ensenada solitaria es un buen lugar para una sirena, ¿eso piensas? Toma mi aleta, sirena varada, agárrate de mi corazón naranja y nademos. Es momento de entornar los ojos y de recibir tu amor. Rebeca, gracias, valiente, por abrir la puerta.

Nubes rosas

Me sumerjo y encuentro, de mí, los diarios, y todo habla de ti. Qué delicia ahora que los sonidos no son sordos, qué delicia ahora que los pies levantan la arena del fondo del mar cuando bailamos claqué. Enormes nubes rosas me acomodan dulces. Mirando las perlas caigo en la cuenta, el Amor se sabe cuándo empieza, pero ¿acaso termina alguna vez?... Con el dedo hago círculos en la corriente y noto suaves las burbujas que se escapan hacia la luz. Y por supuesto salto dentro de una de ellas, una más brillante que habla de ti. Qué delicia ahora que floto dentro del agua sin tocar el agua, como un soplo de tu Corazón. Las nubes han salido a flote y reflejan el sol rojo, el cielo violeta; las nubes reflejan tus manos blancas, tiernas, amorosas batiéndose en el aire como mariposas improvisadas que dibujan un rastro serpenteante que se desvanece. Emerjo con lentitud y el viento me acaricia la cara. El Amor sabemos cuando empieza, y para siempre se queda aquí. La fortuna de vivir: gracias, desde

Despertar

Me atrapan dos estrellas luminosas, temblonas como un sentimiento a punto de rodar garganta abajo. Oscilan a la sombra de dos palmeras delicadas y suaves, peinadas hacia arriba por el viento dulce del océano de tu frente. Tu cielo inmenso ondea oscuro, cobijando aves soñadas de exóticos plumajes y sombras que vuelan con extraña belleza inexistente. Me ha distraido un rayo fugaz cuando cruzó entre mis ojos y tus estrellas. Estoy ciego por unos segundos. Cuando miro de nuevo, nubes esponjosas me provocan cosquillas en la nariz, como pensamientos de algodón. Achús, estornudo dos lágrimas y un suspiro; entonces abres el cofre que aún permanecía escondido bajo la arena de tu orilla; una esmeralda poderosa inunda de luz verde el Universo. Los ángeles sonríen y yo, ahora sí, sonrío y me quedo dormido.

Amor

El corazón marca los tiempos de una bachata rapidita, ay madre, bun bun bun cuatro. Aflojo en el cuello el nudo de la sonrisa y respiro como si fuese la última vez. Huelo a quemado y busco las llamas. A mi alrededor, ni rastro. Pero caray, es que las llamas soy yo. Me amo.

Acuérdate del pan

Esta mañana he visto pasar un ángel: acariciaba con sus alas las pestañas de cientos de estatuas de sal. Cuando se acercaba a mí, he cerrado mis ojos y un escalofrío se ha hecho hueco en algún lugar inexplorado entre mi espalda y mi corazón. "¡Socorro, el viendo se lleva las postales!", me susurra al oído alguien que ya no existe. Un beso con sabor a fresa me ha atrapado en su nimbo musical y ruedo sin impedirlo por la bocina de un camión; por las flores amarillas junto a la carretera; ruedo por la nariz de una madre que camina sin tocar el piso, agarrada a un trofeo como un globo a punto de escapar volando, con ella. Esta mañana he visto ojos que se inundaban quizás, gargantas temblando abrazadas a ese nudo de las cuerdas vocales debajo del cual la caída ya es libre hasta la tierra dura. El ángel sonreía y acariciaba las pestañas como una mariposa de seda. Al bajar los párpados, yo he sonreído también y alguien me ha abrazado muy despacio. Entonces he sabido que detrás de e