Agosto

Agosto es como el tiempo de los pájaros, invisible, silencioso. ¿Dónde están los pájaros cuando no los necesito? ¿Dónde viven y dónde duermen? Agosto pasa de largo, casi de puntillas, como algunos pensamientos antiguos con los que ya tuve más de cien años de plática... De puntillas, ¡no lo entiendo! ¿Qué sentido tiene pasar de puntillas por un enorme escenario iluminado con miles de luces? ¿Delante de los ojos abiertos como bocas de todo ese público de mí que soy yo mismo? Algunas veces pensé en no volver a este agosto de mí. Algunas veces soñé con años de once meses, con mujeres de dos almas, con niños eternos... En cambio, sé, al final, que mi memoria es el infinito, que el dolor es la alegría, que mi alma es el alma de cada agosto por venir; sé que mis palabras hacen eco de repente cada mes, cada enero, cada junio con la miel, cada marzo con los pétalos y el olor verde, cada noviembre con la tierra quemada. Y espero, otro amor, otro agosto...

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