Reflejos

Caminabas por tu calle solitaria cuando una enorme bola sin gravedad te atrapó en su interior y te trajo rodando y rebotando hasta el confín de la ciudad. La bola se detuvo suspendida en el aire, contigo en sus entrañas. Ver sí puedes, como a través de un cristal esmerilado, pero ningún sonido te alcanza. ¿Imaginabas que un confín sería de esta manera? Yo, no. Francamente lo esperaba terrible. Y ahora que has venido, gracias y ayúdame a desplazarlo otro kilómetro más allá. Tengo la corazonada de que estás bolas sin gravedad acabarán imantando tantas personas como sean necesarias. ¡Eh, oye, respira hondo, que te estás poniendo morada! Y mírate al espejo si has leído hasta aquí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Extraño

Estrellas

Visiones de neurastenia