Boca dulce pálido

Yiska ha dejado caer su velo y sus labios húmedos lo han inundado todo como el sabor de un dátil. Ha sonreído. Huele a sándalo, a almíbar, a tierra. Jessica está asustada: la explosión ha abierto un boquete a boca jarro en la pared de la caja fuerte de su corazón, que palpita desbocado. Yisyah, en cambio, levanta la barbilla entornando su mirada altiva de almendra; ella nunca aceptará un dios que no sea hembra, ni siquiera aunque pudiese acariciarlo y le resultara… sexy. Lo sé porque las conozco bien a las tres: lo sé porque yo soy las tres.
(Homenaje a la naturalidad sexual)

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