Carta para Beatrice (I)

septiembre, 2005

querida Beatrice:

mi memoria es un jardín lleno de hermosas y extrañas flores. Ni un solo día transcurre sin que yo las riegue, las mime y les dedique al menos un pensamiento feliz. Para mí, es la única forma de evitar que se marchiten. Aún de este modo, sé que algunas habrán muerto antes que yo. No quiero que tú seas una de ellas. Tengo la sensación de que la mayoría de esas bellas flores ni siquiera sospechan que mi corazón las está mirando...

podría decir que amo en secreto a la práctica totalidad de aquellos a quienes amo. Porque no saben que los amo. Los amo a hurtadillas, desde cientos de kilómetros de distancia; desde años y años de distancia. No lo podrían ni barruntar. O sí, qué sé yo.
(...)

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