Alumbramiento

A Silvia le dieron un puzzle precioso, bien compuesto, terminadito: “lindo”, piensa ella ahora mientras lo observa con amor. Se acurruca y sigue mirándolo. De repente una vuelta de tambor y mucha luz. Luego silencio y frío. Humedad. Un hilo zigzaguea brillante y desaparece por el techo blanco. El cabo del hilo está amarrado por arte de magia a la última pieza del puzzle de Silvia. Algo o alguien da un tirón del hilo y ella ve cómo su puzzle se desarma y todas las piezas ruedan por el suelo sin ningún orden imaginable. Entonces es cuando Silvia decide llorar, llorar y llorar mucho, desconsoladamente. A su alrededor nadie ha visto nada. Continúa haciendo frío y las piezas siguen allá, desparramadas. Como para no llorar. Bienvenida, Silvia.

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