¿Dónde dejaste tus zapatos?
Al cabo de diez años de vida monacal, un discípulo zen llamó a la puerta, se descalzó y cruzó el umbral de la estacia donde su maestro se hallaba recogido en silencio:
-Maestro, después de diez años estudiando y meditando a su lado, creo que he aprendido lo suficiente. Solicito su aprobación para abandonar el monasterio y seguir mi camino en el mundo.
El anciano lo miró sin levantarse y solamente preguntó:
-¿Recuerdas en qué lado de la puerta has dejado tus zapatos al entrar?
El discípulo no lo recordaba. Guardó silencio.
-Vuelve dentro de otros diez años, cuando puedas recordarlo- dijo el maestro, y lo despidió con un gesto leve.
-Maestro, después de diez años estudiando y meditando a su lado, creo que he aprendido lo suficiente. Solicito su aprobación para abandonar el monasterio y seguir mi camino en el mundo.
El anciano lo miró sin levantarse y solamente preguntó:
-¿Recuerdas en qué lado de la puerta has dejado tus zapatos al entrar?
El discípulo no lo recordaba. Guardó silencio.
-Vuelve dentro de otros diez años, cuando puedas recordarlo- dijo el maestro, y lo despidió con un gesto leve.
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